Me cansa escuchar siempre las mismas críticas, que porque trato a mi perro como si fuera mi hijo, que si porque lo cuido tanto, que si porque esto o el otro y ¿Por qué no mejor cada quien se dedica a vivir como mejor le plazca?, así de sencillo.


 
No es mi hijo, lo sé, pero es mi pewo y mi amigo y eso es suficiente como para tratarlo como un integrante más de mi familia.
Además, amo a mi pewo no sólo porque se ha vuelto indispensable en mi vida sino porque, a diferencia de un hijo, él nunca cumplirá la mayoría de edad mentalmente, no entrará en esos cambios constantes de rebeldía ni huirá de casa en busca de su independencia y aunque de anciana no se haga cargo de mí, si habrá de ser una gran compañía tanto como lo es hoy.
En otras cuestiones, mi pewo siempre habrá de necesitar de mí, desde alimentarse hasta jugar un poco, nunca será autosuficiente y eso hará que yo tenga de por vida una responsabilidad que a decir verdad me encanta.
De él no escucharé las típicas frases como ¨qué injusta eres¨, ¨tu no me entiendes¨, ¨eres una mala madre¨, entre otras y si, es verdad que tampoco escucharé un te quiero, un te extraño, te necesito o gracias, pero sus acciones hablan por sí solas y con ellas me conformo.
Jamás habrá de criticarme o juzgarme haga lo que haga, no pondrá en tela de juicio mis decisiones ni se opondrá a mis ideas.
También sé que en él nunca veré una parte de mí pues no posee ninguno de mis genes, así que no será ningún sucesor.
Compartiremos la etapa de crecer y envejecer, a diferencia de que seré yo quien en dicha etapa habrá de cuidar de él. Y, aunque me duele, posiblemente también seré yo quien esté a su lado al final de sus días y es que si algo tenemos seguro en esta vida, es precisamente la muerte.
Así que aunque a muchos les moleste mi confesión, no vivo para complacer a nadie y aunque mi perro no es una persona ni tampoco es mi hijo, yo si soy su madre.
 
Supongo que lo que es un hijo lo saben mejor los que ya tienen la dicha de ser padres, pero, no es exactamente la definición que me interesa, más bien, ¿qué es ser una madre?
Una madre es un ser maravillosa que da todo por sus hijos, que cuida, cura, protege, educa, alimenta, mima y da amor. Es por eso que, aunque mi perro no es mi hijo, yo si soy su madre y él es claro que me termina viendo el líder de la manada porque al final de cuentas termino siendo todo lo que tiene, entonces ¿por qué no habría de amarlo?
 
No me defino como su dueña, me gusta cómo me define él: como parte de su familia. Es una tristeza que muchos no logren verlos como pequeños seres especiales, ángeles de la tierra que su misión principal es cuidarnos, sernos leales y darnos mucho amor. Pero que dicha la de aquellos que si somos capaces de valorarlos y de amarlos, amar a un ser indefenso que no tiene la forma de comunicarse (no del todo), que no ha de madurar y que tal vez siempre habrá de depender de alguien, no saben de lo que se pierden. Estos maravillosos seres terminan brindando el amor más puro que tendrás en toda tu vida.
Mi perro no es mi hijo, pero yo soy su madre y gracias a mí, lleva una vida sana, plena y feliz.
 
Y aunque para muchos no sea nada, para él soy su todo y la conexión que existe entre ambos es fenomenal.
Ojalá aquellas personas que viven la vida criticando a los demás, algún día tengan la oportunidad de sentir este inmenso amor por un cachorro, porque la reciprocidad es estupenda, en verdad.
Mientras tanto yo vivo sumamente feliz con mi perro que no es mi hijo, pero yo, si soy su madre y eso me llena de mucho orgullo.
error: Pewo que ladra no muerde!